El plato vacío
Cuando el reloj marcó las doce, el hombre se sentó frente al plato.
No había nada sobre la mesa, salvo el reflejo de su rostro.
Cerró los ojos e imaginó pan, sopa, fruta. Sintió el olor, casi el sabor.
Durante un instante, creyó haber comido.
Luego el estómago recordó la verdad,
y el hambre siguió cenando con él.