Juego de roles
–¡Estoy harto! –digo a mi amigo Félix.
–¿De qué?
–¡De todo! Siempre pendiente de los demás.
–¿A qué viene eso? –pregunta Félix.
–Desde que me levanto dejo de ser yo mismo, quiero
decir, primero interpreto el rol de marido, luego el de padre, el de vecino, el
de empleado… Es como si en una obra de teatro estuviera interpretando a todos
esos personajes.
–Pero eso nos pasa a todos.
–Puede ser, pero yo me siento superado por esa
sensación.
–¿Qué quieres decir?
–Que no puedo más. Siempre haciendo concesiones para
evitar conflictos, malas caras, broncas o reproches, y a cambio no recibo nada.
–¡Anda!, no seas tan pesimista… no será para tanto.
–¿Que no?... mira, estoy tan harto, que me he
planteado abandonarlo todo e irme a vivir a un lugar donde no me conozca nadie
y así poder interpretar mi propio rol en la vida, en todo caso, descubrirme o
descubrirlo.
–Intento comprenderte, pero antes de dar al traste
con todo lo que tienes, piénsalo bien. De hecho, puedes ser tu mismo yendo a
cualquier lugar de la ciudad que no conozcas y en la que no debas interpretar
ningún rol o, mejor aún, siendo tú mismo o, si lo prefieres, no siendo nadie.
Es más, te propongo que salgamos juntos a dar una vuelta y lo intentas.
–¡Genial! Me irá bien dar un paseo y reflexionar sobre
lo que te he dicho.
–¡Venga! ¡Vamos!
Ya de paseo, nos engulle una manifestación.
–Qué mala suerte –comenta Félix.
–¡No! ¡Qué va!
¡Será divertido! –le digo.
–¡Cuidado!
¡Agáchate! –grita Félix.
En ese
instante, una pelota de goma disparada por la policía antidisturbios impacta en
mi cabeza, caigo al suelo y casi pierdo el conocimiento. Allí mismo, me ponen
los grilletes y me arrastran a uno de los furgones.
–Están ustedes arrestados por los disturbios y el
lanzamiento de objetos –comenta uno de los policías al pequeño grupo de
manifestantes que estamos detenidos en el furgón.
–Pero si yo iba de paseo con un amigo y no he hecho
nada –grité al policía.
–¡Cállese! ¡Aquí no es nadie! El Juez decidirá cuál
es su rol delictivo –sentencia el policía.