La huésped silenciosa
La tristeza no llegó de golpe.
Entró descalza, sin hacer ruido, y fue mudándose en los rincones. Primero apagó la música, luego cubrió los espejos, y al final se sentó en su pecho como si siempre hubiera vivido allí.
No gritaba, pero todo en la casa empezó a callar.
Entró descalza, sin hacer ruido, y fue mudándose en los rincones. Primero apagó la música, luego cubrió los espejos, y al final se sentó en su pecho como si siempre hubiera vivido allí.
No gritaba, pero todo en la casa empezó a callar.