El caso número 47
El enfermo número 47 no encajaba en ningún manual.
Sus síntomas se contradecían, sus análisis eran normales, y sin embargo, se apagaba.
El corazón seguía latiendo, pero algo más se había retirado.
Los médicos probaban tratamientos con la precisión de un cirujano y la fe de un monje, pero él solo sonreía, débil, como si ya lo supiera todo.
Una noche, sin alarma ni estertor, se fue.
En su mesilla dejaron una nota:
"No me curaron porque no me preguntaron quién era."