El susurro
Estaba a punto de rendirse. La página en blanco se burlaba de él con su vacío perfecto. Cerró los ojos, resignado, cuando algo imperceptible le rozó el oído. No era voz ni pensamiento, sino un temblor leve, casi eléctrico, que le cruzó la nuca como un soplo antiguo. Abrió los ojos y, sin saber por qué, escribió la primera palabra. Luego otra. Luego todas. Nunca supo de dónde vino. Solo supo que no era suyo… y sin embargo, lo habitaba.