La última caja

Cuando terminó de vaciar la casa de su abuela, quedó una sola caja en el altillo. Polvorienta, sellada con una cinta que decía: "No abrir hasta que no quede nada".

Dentro, encontró fotos suyas de niño que nunca había visto, cartas que él mismo había escrito y nunca enviado, y una nota en papel tembloroso: "Siempre supe que volverías a buscarte".

La sorpresa no fue el contenido, sino entender que alguien había esperado toda su vida para devolvérselo.