Juventud
El viento le azotaba el rostro, pero no importaba.
Subió al tren sin billete, sin mapa y sin miedo.
En su mochila, solo llevaba una libreta vacía.
Cada parada era un mundo, cada error, un maestro.
Nunca volvió a casa, porque entendió que la juventud no es una edad,
sino el instante en que decides no obedecer el guion.