Olvido

Cada mañana, Marta abría la ventana para saludar a un árbol que ya no estaba.
No recordaba cuándo lo habían talado, ni por qué. Solo sabía que allí debía haber sombra, ramas, un susurro.
Y sin embargo, lo saludaba.
Como si el olvido fuera solo una forma de seguir amando lo que ya no se ve.