Los cuatro ecos
Durante siglos, los sabios del Valle de la Voz custodiaron una verdad ancestral: “Las palabras ordinarias son de cuatro géneros: habladas, oídas, escritas y leídas.”
Cada género tenía su guardián.
El primero, un anciano que murmuraba al viento secretos que nadie recordaba haber aprendido.
El segundo, una niña que escuchaba lo invisible y respondía a lo inaudito.
El tercero, un escriba que trazaba símbolos que se desvanecían si no eran comprendidos.
Y el cuarto, un ciego que leía con los dedos el pulso del universo.
Una noche, las cuatro formas coincidieron.
Una palabra fue hablada, oída, escrita y leída al mismo tiempo.
Y entonces, por un instante fugaz, el mundo dejó de ser ordinario.
Fue eterno.
Y luego… volvió el silencio.