El reflejo roto
Cada noche, Elías pulía con esmero el espejo que heredó de su abuelo. Le habían dicho que mostraba no lo que eras, sino lo que podías llegar a ser.
Durante años vio en él a un líder, un genio, un hombre admirado. Y vivió persiguiendo esa imagen… hasta que, un día, el espejo se quebró.
Del cristal roto no emergió grandeza, sino fragmentos de vanidad, miedo y falsas promesas.
Lloró su decepción como si fuera una traición. Pero al mirarse en los restos, entendió: no era el espejo quien mentía, sino él mismo quien no quería ver.
Desde entonces, aprendió a construir su reflejo, no a perseguirlo.