El espejo roto
Construyó un templo de palabras sabias y lo llamó conocimiento. Cada vez que alguien dudaba, alzaba la voz y citaba fragmentos de libros que apenas comprendía.
Se miraba en el reflejo de su supuesta erudición como quien contempla un dios: con admiración y miedo a descubrir grietas.
Pero un día, un niño le preguntó algo simple, algo fuera del guion. Y en su silencio, el templo crujió.
No fue la ignorancia lo que lo derrumbó, sino la vanidad de creer que sabía lo suficiente para ocultarla.