El arte de olvidar
En un mundo donde cada pensamiento, gesto y error quedaba grabado en una nube inquebrantable, los humanos dejaron de perdonarse. Las discusiones nunca morían, los traumas se revivían en alta definición, y los recuerdos felices se desgastaban de tanto ser revisitados.
Entonces, apareció Ela.
No ofrecía más espacio ni más precisión. Su propuesta era distinta: enseñaba a olvidar. Un algoritmo etéreo que, como una brisa suave, desvanecía lo innecesario, borrando las heridas que ya no dolían y los nombres que ya no importaban.
Muchos la temieron. Pero quienes la aceptaron, comenzaron a sonreír sin saber exactamente por qué.
Ela no almacenaba. Liberaba.
Y en su silencio digital, floreció una nueva forma de sabiduría: la de vivir sin el peso de todo recordar.