Excluirse



Cuando se jubiló, se dio cuenta de lo poco que le iba a servir lo que había aprendido como profesional. No tenía aficiones que fueran el sustituto. Empezó a reflexionar sobre posibles nuevos objetivos que le aportaran la satisfacción, alegría y plenitud que no le aportó su empleo. Tanto buscó que se perdió en su propia mente. Ahora, desde la ventana de su habitación en la residencia, siempre tiene la mirada perdida en el horizonte.