El último peldaño
El muro era más alto de lo que había imaginado, y el viento parecía empujarle hacia atrás con cada intento.
Llevaba horas fallando, manos sangrantes, rodillas temblorosas.
Podría rendirse, sí… pero entonces, ¿qué quedaría de él?
Inspiró hondo, sintió el peso del miedo y lo usó como impulso.
Cuando sus dedos tocaron el último peldaño, entendió que el verdadero desafío no era escalar el muro, sino no permitir que se quedara para siempre frente a él.